martes, 2 de octubre de 2007

Fiebre de sábado por la noche


El cuadro se refleja al fondo del espejo. En él te encuentras tú. El humo del incienso da un aire lúgubre al lugar. Una fugaz corriente de aire apaga las velas. Hay tanto cansancio en los cuerpos. Todo hubiera podido ser tan cálido en la oscuridad de esta noche.
La mirada fija en tu reflejo. Por la arquitectura de tu rostro pasan los ojos con morosidad como queriendo memorizar esas líneas precisas. Es vano. Seguro que al perderte de vista la imagen no será sino figura de arcilla a la que el primer recuerdo, bueno o malo, no se sabe, desmoronará. Todo hubiera podido ser tan pasional en la oscuridad de esta noche.

Ella, martes por la mañana. En su mochila, lo indispensable: libros, cuadernos, cigarrillos, encendedor, rimel, un pintalabios (nunca le gustó decir bilé) y el último número de Adolescente, la revista para ti. Se sabe bella. Antes de salir de casa, se dio tiempo para mirarse en el espejo del ropero en busca de alguna imperfección en su vestido. Se probó el sombrero colorido que le han prestado para el día de campo del lunes siguiente. Necesito invitar a Humberto, se dijo y salió.

Le ha costado trabajo concentrarse en clase. Sus padres pasan por un mal momento. Siempre han tenido problemas económicos pero en esta ocasión parece que han tocado el extremo. Se ha hablado, incluso, de la necesidad de que abandone la escuela. Ha escuchado decir a Sonia, su amiga, la que le presta las revistas y mas recientemente el sombrero, que la vida es un cascabel. Para ella no es así. Menos hoy. Ha tenido un malestar estomacal fuerte desde ayer por la noche. Sin embargo, es hermosa.

Viernes por la mañana. Sabe que Humberto la ama. Pero ella quiere a Rodrigo y espera casarse con él. Está más pálida que ayer. Le costó trabajo levantarse. Siente nauseas y un dolor de cabeza atroz. Como necesita a Rodrigo. Necesita sentirse protegida.

¿Qué se hará con la nube de incienso? ¿Con el enlace fallido? ¿Con la cama abandonada? ¿Con las flores y las velas? Todo hubiera podido ser tan hermoso en la penumbra de esta noche.
Tu sombra se desdibuja. Distante. Estas aquí. Bellamente vestida. Cerca pero inalcanzable.
El sonido de los cánticos apremia a volver a la realidad y el cuerpo remueve sus pensamientos queriendo escapar de aquí. Esfuerzo inútil pues las ideas se atoran cual si fueran rinoceronte queriendo pasar su enorme lomo a través de la puerta de un coche.

Eras tan hermosa. Ahora, eres sólo un par de zapatos nuevos dentro de su caja.

En conclusión: a la fiebre tifoidea le vale madre la belleza.Todo es tan cursi en la oscuridad de esta noche.

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